Después de visitar la cueva nos decidimos hacer una visita al cercano pueblo de Maro. En las lecturas previas buscando que se podía ver en los alrededores de Nerja encontré como interesantes este pueblo y el de Frigiliana. Esta fué una visita más particular, sólo nuestro pequeño grupo, buscando donde comer y aprovechando para echar un vistazo de cerca a los inmensos invernaderos y ver bien como eran los árboles del aguacate. Con el calor que hacía en el pueblo no vimos nada interesante, ni para comer ni para ver, así que entramos en una farmacia para preguntar dónde podíamos comer. Es que los farmacéuticos saben mucho de estas cosas y controlan todo el pueblo. El sistema funcionó y ya nos encaminaron al chiringuito de la playa a comer pesado fresco.
Nos ponían la pega de que había que caminar kilómetro y medio y después subirlo pero qué era eso para nosotros si por las pintas y la sudada que llevábamos parecíamos profesionales. Y la posibilidad de un buen pescado tira. Nos encaminamos directos, a pleno sol, y en la primera desviación que vimos a Playa por allí tiramos. Era un camino y decíamos "Muy típico, se conserva como en los años sesenta". Nos mosqueaba un poco que la playa de Maro tuviera esos accesos. Y era lógico porque cuando llegamos al final ni chiringuito ni nada, era una caleta, y nos quedaba una buena subida para llegar al punto de la desviación. Y con aquellos calores. Todos los que encontrábamos iban en bañador y nosotros con mochila, pantalones largos, camisa de manga larga (eso yo), sombrero y playeros con calcetines. Lo dicho, unos profesionales. ¿Qué pensarían de nosotros?
Como el interés en el pescado era alto acabamos llegando a la playa, muy bonita, y encontramos el chiringuito. Desentonábamos un poco pero tampoco importaba. Las cañas de antes de comer parecía que tenían agujeros porque no duraban nada. Al final la comida fue buena peeero... El pescado muy fresco pero ya comenté que con este tema soy un poco tikismikis con este tema y para mi gusto estaba desaprovechado. Muy salado y el aderezo de ajo y perejil en crudo demasiado fuerte. Creo que mejor hubiera sido con una salsa a la bilbaína. Al final tampoco nos fué mal.
Lo malo era que, después de una buena sobremesa y con aquellos calores, había que volver a subir la cuesta y llegar hasta el hotel. Al final nos hicimos ese día unos 18 kilometros. Pasamos por la farmacia a darle las gracias a la farmacéutica y decirle que la tenían que invitar a un café y ya nos encaminamos al Hotel Nerja Club.
La llegada fué precisa ya que encontramos al resto de la gente ya vestidos y tomando la sidra que se llevó en una pequeña terraza del hotel. En las condiciones que llegábamos los culetes entraban solos y ya, por vergüenza, después del cuarto seguido ya nos fuimos a duchar y poder volver a incorporarnos a la fiera en condiciones más normales.
Un día muy intenso e interesante.
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